Olfr723, miembro de la familia de genes de los receptores olfativos, desempeña un papel fundamental en el sentido del olfato al detectar moléculas olorosas específicas dentro del sistema olfativo. Este receptor se expresa en las neuronas sensoriales olfativas, localizadas principalmente en el epitelio nasal. Su función se centra en el reconocimiento y la transducción de señales odorantes, contribuyendo a la interpretación cerebral de diversos olores. Olfr723 pertenece a una gran familia de receptores acoplados a proteínas G (GPCR) que son cruciales para la detección de compuestos químicos volátiles en el medio ambiente. Estos receptores están incrustados en los cilios sensoriales de las neuronas olfativas, donde interactúan con los odorantes para iniciar una cascada de señalización. La activación de Olfr723 está estrechamente ligada al funcionamiento de los GPCR. Cuando una molécula odorante se une a Olfr723, desencadena un cambio conformacional en el receptor, lo que conduce a la activación de su proteína G asociada, normalmente Gαolf. Esta activación de la proteína G inicia una serie de acontecimientos que, en última instancia, dan lugar a la producción de un segundo mensajero, el monofosfato de adenosina cíclico (AMPc). Los niveles elevados de AMPc activan posteriormente la proteína cinasa A (PKA), una serina/treonina cinasa que desempeña un papel crucial en la transducción de señales olfativas. La PKA fosforila las proteínas diana, incluidos canales iónicos como los canales cerrados por nucleótidos cíclicos (CNG), lo que provoca la entrada de iones de calcio y sodio en la neurona sensorial olfativa. Esta afluencia de iones genera una señal eléctrica que se transmite al cerebro en forma de sensación olfativa.
Además, Olfr723 también puede activarse a través de vías alternativas, como la vía de la proteína quinasa C (PKC). Ciertas sustancias químicas, como el forbol 12-miristato 13-acetato (PMA) o el diacilglicerol (DAG), pueden estimular directamente la PKC, que, a su vez, fosforila y activa la Olfr723. Además, los ionóforos de calcio como el A23187 facilitan la afluencia de calcio a la neurona sensorial olfativa, lo que conduce a la activación de la calmodulina y la subsiguiente activación de la proteína a través de la señalización calcio-calmodulina. Estos mecanismos ponen de relieve la complejidad de la transducción de señales olfativas, en la que una gran variedad de sustancias químicas pueden modular o activar directamente la Olfr723, contribuyendo así al rico tapiz de experiencias sensoriales asociadas a nuestro sentido del olfato.
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