Los inhibidores químicos de la MLE pueden interferir en la función de la proteína dirigiéndose a varias vías de señalización y enzimas que son cruciales para su actividad. La bisindolilmaleimida I, por ejemplo, inhibe selectivamente la proteína cinasa C (PKC). Dado que la PKC está implicada en la activación de las vías de señalización de las que depende la MLE para su función, su inhibición por Bisindolilmaleimida I puede conducir a una reducción de la actividad de la MLE. Del mismo modo, Y-27632 se dirige a la proteína quinasa asociada a Rho (ROCK), alterando potencialmente la dinámica del citoesqueleto que es esencial para la función de MLE si su actividad requiere la interacción del citoesqueleto. El SB203580, al inhibir la p38 MAP cinasa, podría alterar las vías de señalización de la respuesta al estrés, afectando posteriormente a la función de la MLE si está implicada en estas vías. LY294002 y Wortmannin, ambos inhibidores de la fosfoinositida 3-kinasa (PI3K), pueden obstaculizar la vía de señalización PI3K/Akt, que puede ser necesaria para la actividad de MLE. PD98059 y U0126, que inhiben selectivamente MEK1/2, pueden impedir la activación de la vía ERK, lo que podría conducir a la inhibición de la función MLE si depende de esta vía para la transducción de señales.
Siguiendo con los mecanismos de inhibición, SP600125 interrumpe la función de la c-Jun N-terminal quinasa (JNK), lo que podría conducir a la inhibición de la actividad de MLE si se requiere la señalización de JNK. La PP2, que inhibe selectivamente las tirosina quinasas de la familia Src, podría alterar las vías de señalización de la adhesión y la migración celular, afectando a la función de la MLE si ésta requiere la señalización de la quinasa Src. La rapamicina, un inhibidor de mTOR, puede alterar los procesos de crecimiento y proliferación celular, lo que podría afectar a la función MLE si está vinculada a las vías de señalización de mTOR. El gefitinib se dirige a la tirosina quinasa del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), lo que podría dar lugar a una alteración de la señalización que regula la función del MLE. Por último, el imatinib, al inhibir tirosina quinasas como BCR-ABL, c-Kit y PDGFR, podría interferir en las vías de señalización de las que depende la función de MLE, inhibiendo así su actividad. Cada inhibidor, al dirigirse a su quinasa o vía específica, puede contribuir a la reducción general de la actividad del MLE al interrumpir las cascadas de señalización necesarias que el MLE requiere para funcionar eficazmente.
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