Los activadores químicos de la β2-cristalina incluyen una variedad de compuestos que pueden contribuir a la estabilidad y al correcto funcionamiento de la proteína. El sulfato de zinc, por ejemplo, puede unirse a la estructura cuaternaria de la β2-cristalina. Esta unión puede ayudar a estabilizar la estructura global de la proteína, manteniendo su solubilidad y actividad funcional, lo que es vital para la claridad del cristalino. Del mismo modo, el selenito de sodio proporciona selenio, un micronutriente esencial que apoya el sistema de defensa antioxidante en los tejidos oculares. Este apoyo puede mantener la conformación y la función de la β2-cristalina, especialmente en condiciones de estrés oxidativo. El ácido ascórbico, otro antioxidante, puede participar en la reducción del estrés oxidativo dentro del ojo, ayudando a preservar la conformación activa de la β2-cristalina.
Además, el ácido alfa-lipoico puede proteger la β2-cristalina del daño oxidativo, manteniendo su integridad estructural. La preservación de esta integridad es crucial para la actividad funcional continuada de la β2-cristalina dentro del cristalino. Otro compuesto, el glutatión, actúa como un importante antioxidante intracelular y puede contribuir a la reducción de los enlaces disulfuro que pueden formarse bajo estrés oxidativo. Esta reducción es esencial para prevenir la agregación de β2-cristalina, que es importante para su actividad. La taurina puede ayudar en la osmorregulación y la estabilización de las membranas celulares, beneficiando indirectamente el estado funcional de la β2-cristalina al mantener el entorno celular. La N-acetilcisteína puede reforzar los niveles intracelulares de glutatión y eliminar directamente los radicales libres, ofreciendo protección a la β2-cristalina frente a las modificaciones oxidativas. La vitamina E, un antioxidante liposoluble, puede proteger las membranas lipídicas de las células del cristalino, favoreciendo indirectamente el correcto plegamiento y funcionamiento de la β2-cristalina. Otros compuestos como la curcumina, con sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, pueden mantener la solubilidad y prevenir la agregación de la β2-cristalina. Del mismo modo, el resveratrol, a través de la activación de la vía SIRT1, puede favorecer un entorno celular resistente al estrés oxidativo, contribuyendo al mantenimiento de la actividad de la β2-cristalina. Por último, carotenoides como la luteína y la zeaxantina pueden proteger los tejidos oculares del estrés oxidativo y de los daños inducidos por la luz, contribuyendo así a la estabilización y la actividad de la β2-cristalina.
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